Tengo unas dos horas por delante de soledad antes del rugir de la marabunta familiar. Todo es perfecto: mi cocina y yo, mano a mano y mi aparato de música.
11:00 h. de un sábado postvacacional.
Hoy celebramos el cumpleaños de nuestro hijo. Vendrá a casa la mamá, la tata, sus familias nucleares, mis primos… Queda mucho por preparar y vengo henchida de energía tras la sesión gym (¿podré mediar un dia con la dirección del gimnasio para que no pongan esa música incomprensiblemente horrenda? Eso quizás lo trate en otro post…). Tengo unas dos horas por delante de soledad antes del rugir de la marabunta familiar. Todo es perfecto: mi cocina y yo, mano a mano y mi aparato de música.
11:15 h. Las cosas no van como preveía. Mi hijo de 5 años se niega en redondo a salir de casa. La cara de mi marido, que ha quedado con otro papá para que el niño no pierda contacto con sus amiguitos que ya marcharon del parvulario, está mutando a tonos rojizos y empieza a entornar los ojos.
11:20 h. No he intervenido en las negociaciones de las partes. Mi unigénito ha decidido unilateralmente que se queda con mamá tooooooda la mañana, y que no va al parque. Por qué ha de salir? Tiene un montón de juguetes nuevos superchulos que le han traido por su cumpleaños y es día de fiesta.
11:25 h. Tic, tac, tic, tac… Esto no funciona. No van a llegar a un acuerdo. Unigénito definitivamente no está por colaborar. Mi marido tira la toalla y pone su cara de patito. Es una cara de patito que conozco bien, preludio de tempestades. La paz familiar está en peligro, y con ella el éxito de la comida y mis bailes solitarios.
11:35 h. Tengo que entrar en acción. Se me puede acusar de haber perdido la neutralidad (sí, tengo interés en que las partes lleguen a un acuerdo, lo reconozco…), de desigualdad de las partes (uno tiene 5 años y otro tiene 41) pero no me puedo quedar con los brazos cruzados.
Análisis rápido de la situación:
Unigénito ha dicho claramente que no quiere salir y que se queda en casa con mami porque quiere jugar con sus juguetes nuevos. Mami quiere cocinar a solas y bailar. Mi marido ha intentado convencer con argumentos racionales a Uni de que era conveniente para él la decisión tomada («podrás jugar con tus amiguitos»), además de inaceptable su posición quasipunk («ya hemos quedado con el papá de Manolito»). Uni reitera el «no quiero», y «sólo iré si me apetece».
11:37 h. Mando a mi marido a por el coche. Hago un análisis rápido de sus pensamientos (CAUCUS telepático?): para él está claro: o pierde él esta batalla dialéctica, quedando muy mal delante del papá de Manolito, o pierde Uni, que tendría que ser vestido y sacado de casa a la fuerza. No quiere ni pensarlo. De los gritos que pegaría vendrían los Servicios Sociales.
11:39 h. Empiezo la conversación-caucus con Uni:
MediatorMum: Cariño, papá ha quedado en el parque con el papá de Manolito para que puedas jugar un rato.
Uni: No quiero ir. Quiero jugar con el proyector.
MediatorMum: Sí, lo entiendo porque es un proyector muy chulo. Crees que a Manolito le gustaría jugar con él?
Uni: No sé. Yo no quiero ir.
MediatorMum casi es suplantada, en este punto, por las archienemigas Ladydrama-Mum (“esto que haces me pone muy triste”), CastigadorachantajemocionalMum (“pues nunca vas a tener amigos si eres tan egoista”), o la casi vencedora CoronelaMum (“pues vas y punto”).
Invoco a MediatorMum para que tome el control de la situación. Alabado sea el señor.
MediatorMum: Entiendo que no quieras salir al parque porque quieras jugar con tu proyector. Sólo vas a salir si te apetece. Quieres que te explique qué le pasa a papa?
Uni: Sí. Deja de mirar el proyector por primera vez desde que hemos empezado nuestra conversación.
MediatorMum: Papá lo pasa muy mal cuando da su palabra y no puede cumplirla.
Uni: Por qué? Pregunta con verdadero interés.
MediatorMum: Porque para él es muy importante hacer lo que se ha comprometido a hacer.
Uni está pensando. Nadie le había dicho hasta ahora que para papá eso era importante, sino que hasta entonces lo que había recibido eran órdenes o argumentos racionales, pero no estados emocionales.
MediatorMum: Mira, piensa si te apetece que papá pueda cumplir con su palabra. No lo haces por Manolito, ni por su papá. Sólo por nuestro papá. Y por supuesto, si decides que sí quieres ir, te puedes llevar el proyector.
Alea iacta est. Vamos a ver que decide Uni.
Al cabo de 1 minuto me asomo por su habitación.
MediatorMum: Qué decides?
Uni: Vale!
Me apresuro a vestirlo, y me alegro infinitamente de haber podido despertar la empatía en Uni. Pero ahora me siento en deuda con él, así que voy a despertar la empatía de mi marido
MediatorMum: Qué te parece si le proponermos a papá que la próxima vez que quedemos con alguien en un día de fiesta debemos haberlo acordado los 3 previamente? Así no nos veremos obligados a cumplir con una palabra que no es nuestra.
Uni: Muy bien.
Bajamos a la calle, y esperamos 20 segundos.
Llega mi marido diciendo que ya estaba pensando en escribir al padre de Manolito para pedirle disculpas.
Puedo observar su mirada aliviada, al ver a Uni vestido, con el proyector y sin rastro de lágrimas. Contento.
Le explico los extremos del acuerdo: ha de saber que Uni ha accedido a cumplir con su palabra porque ha entendido que para él es importante, y que a pesar de que su deseo era jugar toda la mañana, irá al parque con Manolito.
Por otro lado, se pacta que a partir de ahora, como Uni es un sujeto con voluntad, se le tendrá en cuenta para organizar salidas los días de fiesta, de forma que si se ha decidido una salida, todos cumpliremos con la palabra dada. Mi marido los asume y le da las gracias.
Fin del asunto. Se van contentos.
Yo subo a casa, satisfecha por los acuerdos alcanzados y por mi pequeño triunfo familiar.
Suena Song 2 de Blur. Win, win, win.

Genial Eve! Leía y sentía tu voz. Por mucho
Más ????
Gracias Javier!! Un abrazo y nos vemos pronto!
Estupendo, Eve. Que siga este proyecto «viento en popa y a toda vela».
Graciela!! muchas gracias
Genial Eve!
Gracias Susana!!!