Las leyes antiguas que nos conforman como grupo
En Semana Santa y Navidades las cadenas de televisión nos ofrecen esas pelis clásicas de los años 50 que duran 5 horas y que nos explican, a grandes rasgos y con el halo holliywoodiense, historias antiguas: son los Peplums. Me ha hecho mucha gracia una definición de wikipedia sobre este género: cintas de espadas y sandalias. Hoy os quiero hablar de una que cuando la vi de niña me pareció muy impactante: Los 10 mandamientos. Y de lo que últimamente he estado pensando sobre las leyes que llevamos impresas en nuestra personalidad.
Los película de los 10 mandamientos es una adaptación libre de la historia de Moisés, un bebé de origen judío que gracias a la astucia de su madre y hermana sobrevive a una implacable ley egipcia: todo varón hebreo recién nacido deberá ser asesinado (sí, inevitablemente nos recuerda a la despiadada Ley del rey Herodes, quien ordena también matar a todos los recién nacidos varones, vaya «tendencias» que se gastaban en la antigüedad…). El bebé Moisés es dejado en el río Nilo, y recogido por la hija del faraón que ansía tener un hijo. Así las cosas, crece como un príncipe en la corte rodeado de un mundo de lujos y caprichos. Pero cuando crece es conocedor de su origen, que marcará su destino: Moisés será el encargado de conducir al pueblo judío desde la esclavitud en la que vive en Egipto a la Tierra Prometida, que nunca conocerá ya que Moisés morirá habiendo llegado a su ancianidad pero sin ver a su pueblo efectivamente establecido en aquella nueva tierra buscada. De entre las muchas vicisitudes que vive Moisés (quién no recuerda la mítica imagen de Charlton Heston abriendo el Mar Rojo con su cayado) hay una fundamental: le son reveladas las Leyes de Dios en el monte Sinaí. En las tablas de piedra Yahvé inscribe a fuego los 10 mandamientos. La ley básica a partir de la cual se configurará y definirá el pueblo judío. Moisés se convierte en héroe épico, profeta y legislador. Indagando sobre el origen etimológico del nombre he descubierto que proviene de la palabra agua y diversas acciones en relación a la misma: engendrado por las aguas, entregado o librado por ellas, salvado por ellas.Moisés es salvado por el agua y salvador del pueblo, pasando de una situación pasiva a otra activa.Me parece muy sugerente esta idea: él es salvado y es salvador a su vez. Él libera a su pueblo y a la vez, siendo emisario de Dios, le da la ley.
Una ley psicológica: el mandato familiar
Últimamente me he topado con un concepto psicológico muy interesante: los mandatos familiares: son aquellas normas, expresadas o inconscientes, sutiles o evidentes que rigen nuestra primera sociedad, nuestra familia. Es nuestra ley doméstica, los mandamientos que, en nuestro caso y en nuestro blog, a mi me configuran como Segura Balaguer y no como Llinás Salmerón. Los mandatos familiares configuran a su vez aquello que consideramos » lo normal«, » lo correcto«, » de sentido común«, «lo justo» y un montón de expresiones más que pensamos que son verdades y en la mayoría de veces son opiniones o creencias. Beben de la cultura en la que vivimos y también de los valores que nuestra familia ha privilegiado como fundamentales o fundacionales. A ellos están ligados un montón de anécdotas familiares que cimentan la narrativa familiar y fortalecen esos mandatos. Pobres de los que son catalogados como ovejas negras!!! otro día hablamos de ellas….
O mi favorita de esas frases, que es «hacer las cosas cómo Dios manda«, a la que yo en mi época postadolescente respondía a mi aturdida madre: «Pues a mi Dios me manda otras cosas»
El fenómeno de posesión familiar, tema del que hemos hablado en algunas ocasiones seguramente tiene que ver con estos mandatos familiares, estas herencias en valores y comportamientos que todos tenemos. A veces estaremos muy de acuerdo con ellos, otras veces simplemente nos rigen y no somos conscientes; y otras, significan aquello que deseamos transgredir a toda costa, mandatos familiares que nos convierten en el Gremlim que le ha tocado el agua…… y nos hacen reaccionar y soliviantarnos porque representan lo peor de nuestra estirpe.
Creemos que a la hora de diseccionar situaciones conflictivas puede ser muy interesante indagar en estos mandatos familiares heredados. Muchas veces las personas creemos cosas sin saber porqué tenemos esa creencia. Y muchas veces vamos en contra de cosas…. y no sabemos muy bien porqué. Ayudar a ampliar y flexibilizar la mirada que tienen las personas implicadas en un conflicto, haciendo conscientes mandatos que obedecen o repelen de manera automática ayudará a que imaginen nuevas realidades posibles y por tanto nuevas soluciones que hasta ese momento no habían sido vistas.
Mandatos familiares, convivencia y crianza
Qué emocionante es enamorarse!!! Todo lo del otro es fascinante y las diferencias son encantadoras a nuestros ojos. Esa terra ignota que es el otro, esa expedición hacia ese nuevo ser es una gran aventura. Eres tan maravillos@, tan diferente al resto de la gente!! . El tiempo pasa y podemos decidir convivir con esa persona a la que amamos. O incluso tener hijos.Ese es un momento de gran revuelo a nivel mandatos familiares: dos ríos caudalosos se unen para formar uno nuevo. Es un momento muy sensible, en el que nuestro «sentido común» se une con otro » sentido común», y estos sentidos pueden ser muy diferentes entre sí o incluso opuestos.
Los mandatos familiares entrarán en juego de manera inevitable, y esas peculiaridades y diferencias que nos definen podrán ponernos en jaque en esa nueva etapa, o bien unirse en una nueva fórmula válida para nuestros nuevos leyes, usos y costumbres. Es un proceso que puede ser arduo, pero en todo caso inevitable. Llevarlo como un drama o como un reto humorístico está en nuestra mano. De forma que construyamos una nueva Ley familiar que se adecue a lo que queremos conjuntamente. Por tanto vemos como mínimo tres cosas que vale la pena explorar:
- Poner luz en los propios mandatos familiares heredados.
- Elección de los mandatos que quiero que me rijan, e intentar deshacerme (o al menos poner conciencia)de los mandatos que no quiero o que ya no me sirven.
- Creación de nuevos mandatos que sirvan para la convivencia y para dar en herencia si tengo hijos.
Uffff…. casi nada, ¿verdad? Yo tengo un mandato heredado que a veces se me escapa con mi hijo de manera automática: es ese de «primero la obligación y luego la devoción». Confieso que a veces me escucho hablar y pienso: ¿qué eres su madre o su entrenadora?, ¿qué eres su madre o la señorita Rottenmeyer de Heidi? Resulta que ejerzo de todas: Por una parte intento inculcar el valor del esfuerzo, de ir un poquito más allá, de cumplir con el deber. ¿Es malo este mandato familiar? Sinceramente no lo creo. Sin embargo, pienso que lo importante es cómo lo pongo en práctica: de manera automática o pasiva, sin reflexión, o bien de manera activa creativa y creadora de una aplicación nueva de esa ley: a veces desde una posición inflexible; a veces desde un lugar empático y cuidadoso. Los mandatos familiares me han configurado, como a todos. La idea no es renunciar a ellos per se ( y caer en un sindios ;-)). Me inspira esta frase de Alejandro Jodorowski en cuanto a la complejidad de los mandatos, y con ella acabo:
La familia es un tesoro y una trampa mortal
Y tú, ¿has pensado alguna vez sobre cuáles son los mandatos familiares que te definen?
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