Era sábado. Tras una semana de estas intensas salía de una clase del gimnasio medio levitando: la mezcla de taichi y yoga había tenido su efecto y no me encontraba tan acartonada.
Volviendo al vestuario observo como dos mujeres en bañador empiezan a conversar. Una le pregunta a la otra que de dónde ha sacado esas chanclas, que ha estado preguntando por ellas al salir de aquagym y nadie las había encontrado, que nadie sabía nada. Empieza a subir el tono de la charla, que se está convirtiendo en discusión: esas chanclas son suyas, y ella se las ha robado. Y no te hagas la tonta, que sabes perfectamente que estas no son las tuyas porque tienen ESTA tira rodeando el pulgar. En mi modesta opinión eran una anodinas chanclas negras, de esas de dedo,no tan difíciles de confundir con otro par similar. Y que conste que no me estoy poniendo en plan abogada penalista que defiende a delincuentes; o sí, porque desde luego, el proceso de instrucción de la causa (hurto de chancletas e identificación de la investigada) juicio oral (siendo la Juez y la Fiscal la misma persona) y la sentencia condenatoria sin apelación posible duró unos….20 segundos. Creo que lo que la hacia inapelable era el firme convencimiento de la ofendida de que el hurto había sido cometido a sabiendas, con nocturnidad y alevosía y ni por un microsegundo se le pasó por la cabeza que pudiera tratarse de un error,de una confusión o de… una chiquillada ( esta justificación quizás sí es demasiado contemporizadora con la criminal,pero tenéis que entender que mi estado era relajado, tendente al buen rollo hippy después de una sesión en la que nos despedimos diciendo Namasté..)
En un suspiro las dos señoras habían pasado de las chanclas a palabras mayores. Pero no penséis que se insultaron, o se pegaron. El subidón (o escalada del conflicto) en mi opinión tuvo lugar en el momento en que pasaron a lo personal. Las palabras que pude escuchar fueron:
No tienes humanidad, no entiendo cómo puede haber gente así, profirió de manera desgarrada la dueña de las chanclas Manolo Blahnik, mientras andaba hacia la pila del lavabo con un desdén a lo Scarlett O’Hara.
Eres muuuy mala persona espetó la malechora cuando pudo levantarse del asiento al cabo de unos segundos, absolutamente estupefacta.
¿Qué había sucedido? ¿Cuál había sido la mecha del asunto? Seguramente una mezcla de sentimientos,en los que creo que la ofensa que habían sentido ambas había sido muy determinante: ambas percibían que se había atacado su dignidad
¿Qué podemos entender por dignidad?
Nuestro propio valor como personas, simplemente por serlo. Es una característica consustancial al ser humano, y esperamos ser tratados como tales. La definición personal de qué es la dignidad de cada uno se va construyendo conforme va pasando nuestra vida y depende de nuestros valores personales, culturales y familiares. Pero creo que de ninguna manera ambas mujeres esperaban recibir el trato que habían recibido de la otra. Vamos a hacer un ejercicio de empatía y nos vamos a poner en la piel de cada una de ellas:
Por un lado, la hurtada podría haber sentido un enorme enfado por haberse visto privada de un objeto que puede no ser de un gran valor,pero que era, al fin y al cabo, de su propiedad y le salvaguarda de incomodidades en un suelo bastante repugnante como es el de un gimnasio. Y además el hecho de estar frecuentando un lugar donde pueden suceder ese tipo de cosas podía acarrearle sensaciones de desconfianza, decepción e incluso asco o desdén.
Por el otro lado, la hurtadora podría haber sentido una vergüenza terrible al haber sido interpelada de esa forma delante de todas las mujeres presentes en el vestuario. Un enfado grande con ella misma (por haber sido descubierta o bien por haberse confundido) al verse envuelta en esa embarazosa situación por un acto suyo, y una cólera difícilmente controlable provocada por la imposibilidad de defensa.
El despertar de Togawoman
Hasta ese momento yo había estado observando el asunto con gran interés, pero desde la distancia: sólo me faltaban unas palomitas. Pero empecé a sentir una fuerza que intentaba tomar mi control: Togawoman, la justiciera interior que tengo heredada quería entrar en acción. Me sentía «poseída» por el espíritu de mi madre. Podríamos resumir el asunto de estas posesiones como ese momento en que aparece normalmente tu padre o tu madre,aunque puede ser otro miembro de la familia, y en plan Show de José Luís Moreno con Rockefler, el miembro que te ha poseído hablase por tu boca y todo tu árbol genealógico pareciera enderezarse. Así las cosas e interpelada por la situación, Togawoman quería entrar en acción. ¿Por qué Togawoman quería entrar? Necesitaba equilibrar las fuerzas de las partes,y la dinámica del asunto le dio la excusa perfecta: La señora hurtada, muy digna, se dirigía a limpiar las ultrajadas chanclas a la pila del lavabo para con posterioridad secarlas con el secador de pelo, siendo lo más curioso que ambas acciones eran contrarias a la normativa perfectamente explicitada en un enorme cartel colgado del espejo. Pero que Togawoman hubiese utilizado ese error para empoderar a la hurtadora, y hacerle notar a la hurtada que ella también puede cometer errores o pasarse normativa a la torera hubiera sido desproporcionado e inadecuado ya que nadie me había dado vela en ese entierro. Además de una provocación en toda regla, con peligro de acabar con una chancla marcada en la cara. Me guardé a Togawoman y me dí cuenta que ella quería salir a escena porque la hurtadora-confundida se encontraba hundida en la miseria y sintiéndose como si hubiera matado a 100 gatitos. No estaba siendo imparcial. Se creó después un silencio denso, un ambiente que se podía cortar con un cuchillo. Era algo que se podía percibir. Ambas estaban muy afectadas a nivel emocional por lo sucedido.
Tuvieron que pasar muy mala tarde: la dueña de las chanclas me la imagino verdaderamente indignada, la hurtadora-confundida avergonzada y borrándose del gimnasio. Ambas pensando que el mundo está lleno de energúmenos.
El arte se separar el problema de la persona
Una de los conceptos que aprendemos los mediadores es que para la resolución o gestión de un conflicto hay que ser duro con el problema y suave con las personas. El focalizar los esfuerzos en cómo solucionamos esto que tenemos encima de la mesa y no cómo arreglamos o enjuiciamos a las personas que forman parte del asunto conflictivo. Ese enfoque es el que las partes no pueden hacer por sí mismas cuando están enmarañadas en una espiral de emociones. Es cuando entramos a debatir sobre las cualidades del otro,sobre si es bueno o malo, tonto o listo nos movemos en el terreno pantanoso de la descalificación y la ofensa al otro.
Cuando queremos ayudar a solucionar un problema propio o ajeno sin que el amor propio ( ni el mío ni el del otro) entre en tablero de juego vale la pena ser testarudo con el tema a solucionar (en este caso, el misterioso asunto sobre la propiedad de las chanclas), pero amable con las personas (su dignidad).
Epílogo
Me fui a dormir esa noche pensando en ellas. En la calma confusa de la duermevela me sentí totalmente imparcial, veía el asunto con claridad: sentía compasión por la acusadora, por la acusada y por mi misma. Todos somos a veces acusados, a veces acusadores, a veces sufridos mediadores. Y no sé por qué me acordé entonces de esta cita que comparto para despedir el post.
«La gente olvidará lo que dijiste, la gente olvidará lo que hiciste, pero lo gente nunca olvidará lo que les hiciste sentir», Maya Angelou, poetisa, novelista, activista por los derechos civiles, actriz y cantante, guionista y directora de cine estadounidense.
Realmente son las emociones las que nos dominan en cada situación, tal vez otro día, en otro momento y cargadas de otras emociones distintas, estas dos señoras habrían procedido de otro modo. Muy cierto Evelyn. Gracias por tus posts, siempre interesantes, promoviendo la empatía tan necesaria en cualquier sociedad
Gracias Susana! Es un ejercicio que a veces cuesta… poco a poco y con buena letra!!
De nuevo espectacular Eve..la Empatía o la compasión (mirar con los ojos del otro, y todos tenemos ojos muy diferentes los unos a los otros y vidas y miradas muy diferentes). A mi tb me ha servido muchas veces el hablar desde el ello…cambiar un TU por un A Mi , suele resolver mejor los conflictos y permitir a cada uno trabajar sobre los sentimientos propios.
Un abrazo Eve
Óscar guapo gracias por tu comentario. Hablar desde el yo sentir desde el yo y poder comunicarlo sin herir es una gran cosa. Lo que uno siente es irreplicable, y el inicio de la empatía. Te recomiendo muchísimo que cuando tengas un huequito de tu escaso tiempo te leas el post Ser una persona, de Rafa. Te va a encantar!!
Besos