
Cuando todo era normal teníamos más prisa y no recordábamos ese secreto tan infantil que consiste en saber aburrirse sin angustiarse.
Cuando todo era normal teníamos más miedos pero menos miedo; cuando todo era normal no nos daba cosa abrazar a todo el mundo, dar dos besos a desconocidos o ver niños por la calle.
Cuando todo era normal nuestros trabajos nos gustaban menos y nuestros pequeños refugios vacacionales nos parecían poca cosa; cuando todo era normal la pereza era más un deseo que una condena. Cuando todo era normal, a veces, pasando muchas cosas, nos parecía que no pasaba nada.
Cuando todo era normal los políticos eran más caricatura y daban menos miedo; cuando todo era normal no imaginábamos que hubiese tantas heroínas y tantos delatores, o viceversa, cuando todo era normal lo bueno y lo malo se confundían más y todo era relativo.
Cuando todo era normal nunca imaginamos que los muros y las fronteras se alzarían en nuestras propias caras.
Cuando todo era normal eran normales tantas cosas que me parece extraño habernos habituado tan rápido a la nueva normalidad: cuando todo era normal discutíamos y defendíamos académicamente y con vehemencia que la libertad estaba por delante de la seguridad y ahora lo normal es aplaudir desde el balcón y hacer caso a las teles.
Cuando todo era normal buscábamos lo importante en extravagantes esquinas, en originales derivadas, en sofisticados constructos y ahora, ay ahora, ahora lo importante son cuatro cosas, las que faltan en los supers, y algunos abrazos que no podemos dar y los que ya nunca daremos a los que no están.
Cuando todo era normal madrugar era un castigo a veces, las obligaciones eran cadenas, las rutinas pesadillas en ocasiones, y todo lo conquistado en nuestras vidas tierras quemadas incapaces de llenarnos. Y ahora, ay ahora, ahora las pantallas son las sopas de la posguerra, lo virtual mendrugos de racionadas provisiones sociales, el contacto con amigos en persona una suerte de distópica pornografía.
Pero no me hagáis mucho caso. Siempre he sido muy de estar por casa, pero claro, eso era cuando todo era normal.
Abrazos, besos y todo lo que nos prohibiremos.
Farri Lli
Deja un comentario