Ayer era el día de Navidad y fuimos al cine en familia. Esperaba el estreno de COCO, la nueva película de PIXAR, después de haber visto hace unos meses el trailer: nos explica la historia de Miguel, un niño mexicano que quiere dedicarse con toda su alma a la música, a pesar del rechazo enfurecido de su familia a esta vocación. Y su aventura transcurre en el día de la Fiesta de los Muertos, una tradición fundamental en el folklore de México.¿Ser la oveja negra de la familia por perseguir su sueño? Parece que éste es el dilema que se le plantea a Miguel. ¿No puede ser acaso el de muchas personas que no atienden a los dictados impuestos o a las expectativas de sus familias? Sin embargo él debe conseguir ser aceptado por sus ancestros….. y no hago más spoilers!!.
Haciendo cola para comprar las entradas me entretenía observando al resto de personas que iban al multicine escogido: parejas jóvenes y no tan jóvenes. Familias. Alguna persona que iba sola. Una de estas familias estaba compuesta por miembros de 3 generaciones: una abuela, 3 adultos y 4 niños. Eran de raza oriental (quizás chinos, quizás filipinos, no sabría deciros). He imaginado que hoy es precisamente uno de los pocos días que cierran su negocio, y vienen todos juntos al cine. Me ha venido un flash: mi primer recuerdo yendo al cine: era un día de Navidad, con mis padres, y fuimos a ver E.T. el extraterrestre, os podéis imaginar que ilusión!!! sobretodo porque mis padres trabajaban más horas que un reloj en nuestro bar, y por turnos, así que la ocasión de que hiciéramos algo juntos era únicamente en el día de Navidad o en vacaciones de verano. Es posible que yo fuera antes al cine. Sin embargo creo que grabé ese día en mi memoria porque íbamos juntos los 3, fue algo muy significativo para mí. Y de esta guisa, ya en plan sensiblero he entrado al cine.
Coco es un cuento precioso sobre la familia, sobre nuestros vivos y nuestros muertos, y de cómo estamos todos unidos por un hilo invisible: el hilo de las historias que nos cuentan y que contamos. Esas historias son nuestra herencia más profunda porque a través de ellas mamamos qué es bueno y qué es malo, qué es tabú y que está permitido, qué es honroso y despreciable y qué creemos que hay después de la muerte en la primera sociedad en la que vivimos: nuestra familia.
La película desborda magia y colorido; y a nivel visual es bellísma. Hay momentos de risas y momentos muy angustiantes. Habían varios niños que sollozaron y concretamente una niña lloró desconsoladamente un rato. Si te pilla en uno de esos días con la sensibilidad a flor de piel vas a hacer corto de pañuelos. Y la conversación metafísica post peli con los peques (y con los mayores) está asegurada, así que vale la pena avisar de la inevitable tertulia sobre la dimensión espiritual de la vida que nos espera.

Hemos hablado de las personas que ya no están con nosotros. Y nombrándolos y recordándolos tengo la certidumbre de que siguen vivos porque habitan nuestra memoria, tal y como sugiere COCO. Y así, tejiendo historias, le he explicado a mi hijo, mientras me secaba las lágrimas a la salida, que yo también iba el día de Navidad al cine con mis papás. Y que hay una película preciosa que quiero ver con él: E.T. el extraterrestre.
Deja un comentario