
Recuerdo escuchar la sevillana Algo se muere en el alma cuando un amigo se va de grupo los amigos de Gines. Me recuerdo a mi misma muy pequeña, de viaje hacía algún lugar de veraneo en el coche con mis padres. Recuerdo que era tristísima y me hacía pensar e imaginar cómo podía ser la soledad de perder a gente a la que quieres, el vacío que te deja en el corazón la partida de alguien importante. Conforme fui creciendo, aquellas imaginaciones fueron realidades, y he ido perdiendo por el camino amigos, compañeros, parejas y personas de mi familia.
Son duelos. Hay muchos tipos de situaciones que hacen que una persona esté en duelo. Ahora comprendo que la palabra duelo no solo se puede utilizar en los casos de la muerte de un ser querido. También se puede utilizar cuando sufrimos con cualquier tipo de pérdida.
Los mediadores estamos muy en contacto con personas que están sufriendo un duelo: la ruptura de una pareja, las desavenencias con los hijos adolescentes, una empresa que llega a su fin y los socios están enmarañados en su disolución….. ¿Os imagináis un conflicto en el que no exista algún duelo? ¿Aunque sea simplemente la muerte de una ilusión? ¿De una esperanza truncada?
Recuerdo también que hace unos años se hizo mucha mofa de las declaraciones de la actriz Gwyneth Paltrow cuando anunció que se divorciaba de su marido, Chris Martin, cantante del grupo Coldplay. La fórmula que utilizó para anunciar dicho suceso fue algo así como desemparejamiento consciente. Llamar así a algo que el común de los mortales conocemos como divorcio puede sonar un tanto new age, sofisticado o incluso «pijo». Puede parecernos, como ella mismo admitió posteriormente, «ridículo». Pero a mi me gusta. Me gusta porque puede introducir contenidos interesantes para el trabajo con parejas que están traspasando este duelo. Cuando una pareja se rompe, aunque sea de mutuo acuerdo, hay una pérdida de un proyecto de vida común, de una intimidad compartida, de parte de la identidad. A pesar de que las partes sean conscientes de que es lo mejor para ambos. En muchas ocasiones es separarse de alguien al que amas, de alguien del que sigues enamorado.
Son mediaciones que tienen como telón de fondo una despedida. Y algo se muere en el alma cuando nos despedimos de los que son o han sido nuestros.
Pensamos también en otras situaciones en las que como telón de fondo existe esta despedida. Un ejemplo clásico es el síndrome del nido vacío: los hijos crecen, buscan y necesitan su autonomía y los padres sienten, una vez los hijos han volado, que su hogar ha quedado vacío. Ellos también volaron de jóvenes, es natural, es lógico y saludable. Pero eso no exime de que haya un componente de dolor, de vacío o falta de sentido existencial para esos padres que han estado los últimos años de su vida ( seguramente poco recuerdan de su vida antes de la llegada de los hijos) cuidando, educando y sufriendo por esos retoños que se han convertido, ante sus alucinados ojos, en hombre y mujeres.
Ayudar en estos procesos a veces significa decir adiós, a veces significa decir hasta luego, a veces significa aprender a saludarse de forma diferente. A veces significa, sencillamente, soportar el dolor lo mejor que se pueda. Los posibles acuerdos vendrán después, no hay que forzarlos.
Se nos ocurren, a bote pronto, algunas aportaciones que hacer cuando estamos acompañando a una persona que está en una circunstancia de despedida.
- Como ya se había tratado anteriormente, hay profesiones en las que trabajamos con clientes, pacientes o personas que atraviesan momentos difíciles. Sostener el dolor de las personas que están atravesando una despedida, sea como sea su formato, y legitimar sus emociones es una condición sine qua non para poder ser útiles. El Máster, el no va más es poder aguantar los silencios que en estos momentos.
- Fomentar el trabajo desde el reconocimiento y el no cuestionamiento de esas emociones. Las emociones son irreplicables. Además se puede crear un ambiente idóneo para que hayan otros implicados que puedan querer ofrecer una reparación, o mostrar su reconocimiento. Su dolor por la despedida.
- Ayudar a recuperar un hálito de vida.Ojalá pudiéramos ser útiles a estas personas para que puedan dibujar una esperanza en sus mentes. Para que puedan conducirse a un lugar con mayor paz.
- Ser comprensivos y entender cada una de las fases del duelo. Ser pacientes en la fase de negación, darle tiempo. Ayudar a canalizar la fase de ira, ayudar a que ésta no llegue a ser destructiva. Deliberar con la fase de negociación, para que no se construyan parches racionalizados que se solidifiquen demasiado y se acaben convirtiendo en obstáculos. Estar ahí, de verdad, presentes, en la fase de depresión. Y finalmente ayudar a construír futuros posibles e ilusionantes cuando se entra en la fase de aceptación.
Y para despedirnos os invitamos a escuchar, tranquila y conscientemente, la canción inspiradora de este post.
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